viernes, 18 de mayo de 2007

Compañía y birras

Fin del horario laboral y el metro cargado de ilusiones que viajan al centro de la ciudad a realizarse. Una carrera entre la gente que se emboba con las estatuas humanas y un retraso de una media hora a la cita. Dos amigos esperando con el apoyo de unas cervezas y la llegada a su mesa, los apretones de manos, los saludos, las risas, el "sigues igual" y el "tú sí que has cambiado". "¿Cómo va todo?", "Bien, como siempre", siempre va bien y los problemas se quedan tras la puerta cuando la compañía es grata. Y las conversaciones se solapan, evolucionan, se transforman, las hay superfluas, otras profundas, de todos los colores y para todos los gustos. Y "¿otra ronda?", "Por supuesto", y las cervezas frías llegan, de tres en tres, sustituyendo a las calientes. Y afloran los recuerdos, y vuelan las ilusiones. Y ya es hora de cenar y todavía el estómago no nos regaña. "¿Otra?". "¡Otra!". Y el fatídico "Bueno, yo me tendría que ir yendo", y las sillas se retiran, como los comensales. Y la despedida en la calle se alarga, porque así debe ser. Y la calle es testigo de la promesa que esas tres sombras conjuran: "Hasta pronto".

Dedicado a los tres mosqueteros.

3 comentarios:

Horrabin dijo...

Es lo que tienen las conversaciones de bar con birras mediante. La frontera entre lo divino y lo humano se vuelve difusa.

¡Salud mosqueteros!

;-)

SBP dijo...

qué bien se duerme esas noches, ¿verdad?

Xavier Aragonès dijo...

Uno para todos y todos para uno! ;)