jueves, 28 de junio de 2007

Visita al médico

Hace unos días acompañé a Wendy a su visita al ginecólogo. Creo que todos los hombres deberíamos ir algún día a la consulta de un ginecólogo, de esta manera aprenderíamos muchas cosas. Pero, aún así, continuamos enzarzados en una sociedad antigua, arcaica, aún llena de prejuicios, mitos y tabúes, que nos impiden ir abiertamente a un espacio que, por su actividad, es un lugar exclusivo de las mujeres. Además, nosotros lo hacemos aún más exclusivo... O quien no le ha dicho a su pareja: "Yo te espero en el bar de abajo, en definitiva, ¿qué haré yo allá arriba?". No tenemos en cuenta que es un lugar asiduo para nuestras parejas, madres, hermanas... Para la mitad de nuestra sociedad.

Así pues, con ánimo de absorver todos los conocimientos posibles, acompañé a Wendy. En cuanto entramos en la sala de espera, noté esa exclusividad de la que he hablado: Todo era mujeres. Además todas se me quedaron mirando como a un marciano. Yo disimulé mirando las revistas que se encontraban sobre una mesita. Había de todo tipo. Toda una colección de la revista del corazón "Semana". Comencé a pasarlas, mirando la fecha, y llegué hasta el 15 de abril. Dos meses y medio acumulados en apenas diez revistas. Seguí investigando. Al lado había otra montaña de revistas, en esta ocasión de moda. Me sorprendí al encontrar una "Telva". Recuerdo que mi madre la compraba porque era una revista de costura y en ella podías encontrar patrones. La abrí por nostalgia y me encontré con una revista totalmente renovada. Seguramente, ahora le hace la competencia a "Vogue" y a otras del estilo, porque el tema de la costura ya no existía en sus páginas. Ahora estaba repleta de artículos sobre los mejores diseñadores, las últimas pasarelas y la moda de este trimestre.

En ese momento, Wendy me dió un codazo: "Me llaman, ¿tú qué haces? ¿Vienes o te quedas?". Yo dudé unos instantes, la enfermera me miraba inquisitiva, las demás mujeres que esperaban me miraban con desdén, me giré hacia Wendy buscando respuestas. "Si quieres, espérate, yo no tardaré mucho". "Vale", logré decir pareciendo imbécil. En cuanto Wendy desapareció tras la puerta, yo seguí con mis pesquisas entre las montañas de revistas. Había otro montón de una revista llamada "Madre e hijo", y un catálogo de juguetes "Baby'r'us". Debe ser curioso el hecho de ser la primera persona que le dice a una mujer que va a ser madre. Pero la revista que más me llamó la atención era una que se llamaba "Puntexpress". Sus titulares anunciaban "Dolor de cabeza: Como convivir con él", "Reuma: Ese compañero de viaje", "Cólicos: Como evitarlos"... Y abajo del todo de la revista un título rezaba: "La revista de divulgación entretenida y saludable". Me estremecí. Esta revista era la perfecta para un hipocondríaco como yo. La aparté bien lejos, aunque noté nauseas el resto del día.

Levanté la vista y vi que las mujeres de la sala de espera ya habían perdido el interés por mí, así que comencé a examinarlas y a intuir porque venían al ginecólogo. La mayoría era mayor de 50 años. Era obvio que venían para las revisiones periódicas que se deben mantener al llegar a cierta edad. Entonces, llegaron una madre de unos 40 años y su hija, una adolescente. Mi imaginación se puso en funcionamiento como un resorte. ¿Sería la primera vez que la hija iba al ginecólogo? Demasiado mayor, seguramente ya habría ido alguna otra vez. ¿Habría la posibilidad de que estuviera embarazada y la madre la acompañaba para confirmarlo? Demasiado tranquilas para un caso tan dramático. Llegué a la conclusión que simplemente aprovechaban para ir las dos juntas y así hacerse compañía. En ese momento una imagen asaltó mi mente. ¿Entrarían las dos juntas y así aprovecharían el turno? Incluso podría ser que el ginecólogo las visitara al mismo tiempo y así ganar tiempo. Me las imaginé a las dos sentadas en esas camillas de los ginecólogos, al ginecólogo entrando y diciendo: "Bueno, ¿por cuál comienzo?". En ese momento, un silbido me volvió al mundo real. Era Wendy, que ya había acabado.

Salimos de la consulta y Wendy me dijo: "Hemos hablado de ti". "Ah, sí, ¿por qué?. "El ginecólogo me ha preguntado si has ido al urólogo y me ha dicho que deberías ir". "¿Por qué?". "Pues por si acaso, nunca se sabe. ¿Es que acaso sólo las mujeres debemos ir al ginecólogo?". "No, pero es que no me duele nada... Y además el urólogo te toca...". "Ya, bueno, a mí hoy también me han tocado y no me quejo, así que ya lo sabes, un día de estos te quiero ver en el urólogo". Aquí acabó la conversación, pero no mis pensamientos. Estuve reflexionando toda la tarde, hasta que me fui a la cama.

Esa noche tuve un sueño muy extraño. Me encontraba en la consulta del médico. Miré a mi izquierda y vi a mi padre, parecía nervioso. Me giré a la derecha y había una mesita con revistas encime, las ojeé. Había varios ejemplares de la revista de salud masculina "Man & Health", en otro rincón se encontraba el "Sport" de ese día. El titular anunciaba: "El Dream Team gana su segunda liga consecutiva". Seguí buscando: Tres "Interviú", Dos "Don Balón" y una revista sobre motor, últimos modelos de coches... Me giré a mi padre y le pregunté dónde estabamos. "En la consulta del urólogo, tu madre insistió tanto que he debido hacerle caso. Después, Wendy la llamó y le dijo que tú me acompañabas". Nos interrumpió un enfermero que nos llamaba. Nos dijo que entraramos juntos, que nos desnudaramos y nos sentaramos en unas camillas. Así lo hicimos. Esperamos dos minutos, tras los cuales entró una uróloga que nos observó y preguntó: "Bueno, ¿por cuál de los dos empiezo?".

miércoles, 27 de junio de 2007

Sesión anulada

Aprovecho este espacio para informaros a todos aquellos que vais o quereis ir a ver los Con-Versos que la sesión prevista y anunciada para este viernes en L'Armari ha sido anulada. Las obras que se están llevando a cabo en su interior impiden su apertura para este fin de semana. Así pues, os reemplazan a las próximas sesiones del mes de julio y que podeis encontrar a la izquierda de vuestra pantalla.

También os quiero anunciar que el programa radiofónico "Cosses que passen", de Radio Contrabanda, ayer realizó su último programa antes de las vacaciones. Volverá el 4 de septiembre, como los pequeños que van al cole.

Y hasta aquí el informe diario obligatorio. Ahora ya dejo paso a las elucubraciones del Viejo Peter Pan!

viernes, 22 de junio de 2007

En blanco

Son las 05:00 de la mañana y mis ojos siguen resistiéndose al sueño. Al fin, he decidido que esta noche la pasaré en blanco. Vale más retirarse a tiempo que enzarzarse en una lucha que ya sabes de antemano que perderás. Por curiosidad, he salido al balcón (se escuchaba música de fondo) y, mientras miraba al horizonte, todavía oscuro, he oído un silbido. Me he girado y me he topado con el rostro de Garfio, que me observaba desde su balcón, contiguo al mío. Lucía su viejo pijama de calaveras y unas ojeras inmensas, supongo que parecidas a las mías.

- ¿Insomnio?- he preguntado inocentemente.

- Nada de eso. Trabajo. Estoy revisando la contabilidad, ya se sabe, con tantos tesoros escondidos encontrados, o se lleva bien la cuenta o, al final, no salen las cuentas. He hecho un alto cuando te he escuchado salir.

- Que curioso. ¿Te das cuenta que llevamos minuto y medio de conversación y todavía no te has burlado de mí?

- Nunca es tarde si la dicha es buena... Y tú, ¿por qué no duermes?- ha soltado con cierta sorna.

- Insomnio. De vez en cuando tengo una de estas noches tontas en las que no puedo pegar ojo.

- Ya... Será el stress, la ansiedad, las obligaciones para con los demás y con uno mismo...-. Mientras lo decía, una sonrisa maliciosa se dibujaba en la comisura de sus labios.

- No lo sé.- le he contestado sin darle importancia a sus malas intenciones. - Será que llega San Juan y ya sabes que tengo fobia a los petardos.

- Ah, sí... Es que son muy peligrosos esos tubitos con mecha... Nada que ver con los cañones de mi navío...

- No te burles. A ti nunca te han tirado una traca a los pies, como a mí. Desde entonces, no aguanto la verbena de San Juan. Esa noche, Barcelona se convierte en Beirut y vale más quedarse en casa, antes que algún niñato te lance un cohete a la cara.

- ¿Me lo dices a mí? Ayer tuvimos batalla...

- Bueno, bueno... Algún día me tendrás que explicar cómo es que siempre estás batallando, pero nunca te hieren, ni a ti ni a tu tripulación... Por cierto, hoy he pasado por el puerto y no he visto tu barco.

- Es que en Barcelona ya no se encuentra aparcamiento fácilmente... Además, desde que impusieron la zona verde... Uy, que tarde es ya... Debo volver a mis cuentas, sino no acabaré nunca... Buenas noches.

Me he quedado solo, mirando el horizonte. Parece que ya clarea. Una gaviota pasa sobre mi cabeza y parece reírse. El Sol se despereza justo cuando cierro los ojos y dejo que la brisa de la madrugada me bese el rostro. Vuelvo a oir la música, se acerca, un estruendo recorre mi calle. Era un coche tuneado. Desengañado (creía que sería una tuna), entro en casa. Ya son las 05:45 y el sueño me sigue esquivando. Definitivamente, creo que necesito un café.

jueves, 21 de junio de 2007

Elèctric

Vaya noche la de aquel miércoles!! Pocas cervezas secaron mi sed, no hacían falta. Noche de electricidad estática. Ojos como platos que no se cierran ni en las pausas. Aplausos, elogios... Eso reconforta, pero lo mejor, lo realmente emocionante, es oir el silencio mientras uno recita. Y, cuando todo acaba, como vienen a uno a pedirle referencia sobre grandes poetas. También impresiona la reincidencia en la que caen algunos. Eso es lo que más alegra, que no se cansen de uno. Y tener como invitados a buenos artistas que, a pesar de conocernos poco, ya tratamos como amigos. Noche mágica y el buen sabor que queda. La satisfacción de haber hecho el trabajo bien hecho, de haber gustado, de hacer honor a lo que uno dice. Y el deseo y la promesa de repetirlo, de mejorarlo, de ser cada día un poquito mejor. Vale la pena! Hoy vale la pena!!!

El desplante

Hoy he leído en El Periódico de Catalunya que una delegación del FC Barcelona hizo una visita al expresidente de Suráfrica, Nelson Mandela. A esta recepción sólo se presentaron cinco de sus jugadores. El resto se quedó en el hotel descansando, tan cansados estaban los pobres. Según el periodista, Joan Domènech, "Thuram, Belletti, Gio, Iniesta y Oleguer fueron los únicos jugadores que tuvieron la inquietud de conocer a Mandela, el referente indiscutible en la lucha contra el racismo". Que pena!!Ya hace tiempo que el fútbol, a nivel de fanatismo, cae sobre mi como la lluvia de abril. Hay un momento, creo, en el que uno se da cuenta que aquello que él defiende con tanto ahínco (la camiseta, los colores) simplemente es un sentimiento particular. Los futbolistas, en general, sólo defienden el color de los billetes que reciben. Sólo hay que ver la lista de jugadores que visitaron a Mandela para conocer a estas cinco personas: Los cinco se caracterizan por una dimensión extra-futbolística. Esto para mi, les honra más que al pichichi de la liga. Pero, en definitiva, normalmente, creo que los gritos de rabia, la mayoría de veces, se pierden entre las dunas.

Ya, a principio de temporada, Merlí y un servidor lo estuvimos comentando. Estabamos en plena vendimia, llenando con dinero nuestros bolsillos, con ilusión nuestra ánima y con llagas y dolores nuestro cuerpo. Fuimos al bar de Capçanes, mágica población del Priorat, y estaba jugando el Barça. En seguida, vimos que al lado del logotipo de Nike se encontraba el logotipo de Unicef. La indignación fue total. Que desvergüenza unir en apenas 50 cm cuadrados a una ONG que lucha por los derechos humanos y a una marca inundada por denuncias de explotación laboral de menores de edad. Dos días después, el Sport afirmaba que el Barça estaba planteándose cambiar Nike por Puma. Aplaudimos esta decisión. Pero, como siempre ocurre, después de la tempestad llega la calma, y después de las críticas siempre llega el olvido y el "quien paga, manda".

Es una auténtica pena que estos personajes, cuya gran habilidad es dar patadas, desaprovechen estas oportunidades que les da la vida. Nelson Mandela es una personalidad mundial, por lo que me encantaría poder darle la mano y, si pudiera, poder hablar con él, aunque sólo fueran cinco minutos. Sería tan interesante cualquiera de sus anécdotas. Es una de esas pocas personas en el mundo que, cuando habla, hay que escucharle. Como el fallecido Juan Pablo II, no soy creyente pero lo encontraba una persona interesantísima. Como Fidel Castro, como Mijhail Gorbachov, como Bob Dylan, como Rigoberta Menchú, como Gabriel García Márquez, como el Dalai Lama, como mi benerado Mario Benedetti. Pocos más, no se crean. Pero si tienes la oportunidad de ver a una de estas personas, no puedes quedarte en el hotel descansando. Eso es un pecado capital. Es un insulto al resto de la humanidad.

miércoles, 20 de junio de 2007

Vecindario

Ya he acabado mis obligaciones como buen vecino. Esta semana nos toca limpiar el portal del edificio y nuestro rellano. Hoy ha sido el día elegido para hacer esta buena obra. Me he levantado sudado, debido a la potencia con que ha amanecido hoy el Sol, me he vestido con mis peores trapos y he comenzado mi tarea. Lo he hecho en un tiempo record, media hora!!! Como siempre, mientras estaba pasando la escoba por los escalones (debido a mi fortaleza muscular, golpeo estrepitosamente la escoba contra la pared y el pasamanos) , una vecina jubilada ha abierto su puerta, me ha mirado y ha vuelto a cerrar la puerta. A base de ver este ritual, me he acostumbrado a ello. De hecho, lo he interiorizado. Desde hace algunos meses, de vez en cuando, mientras Wendy y yo estamos viendo una película, me levanto del sofá y abro la puerta de casa. Miro al exterior rápidamente y vuelvo a cerrar. Wendy siempre me pregunta porqué lo hago. "No lo sé, pero como todo el mundo lo hace... Ya sabes, haya donde vayas, haz lo que veas", le respondo indignado.

La relación con mis vecinos es fraternal. El primer día, mientras subíamos los muebles, totalmente agotados (es un cuarto piso sin ascensor y tuvimos que hacer varios viajes), una vecina abrió su puerta cuando pasabamos por delante, nos miró, se giró al interior: "Están haciendo una mudanza". Tras lo cual, cerró la puerta con un portazo. Como se demuestra, se preocupan por aquello que les ocurre a los otros vecinos.

También nos recuerdan nuestras obligaciones para que no nos olvidemos de ellas y seamos, en definitiva, mejores vecinos. Una vez, se nos olvidó nuestra obligación de limpiar el portal. Una vecina paró a Wendy mientras bajaba y se lo recordó. Le dijo que, aunque nosotros fueramos unos guarros que no limpiabamos nuestro piso, el vecindario no tenía la culpa. Cuanta razón en una sola frase y que simpatía se traspira en nuestra comunidad. En otra ocasión, en la cual hubo una confusión y no se sabía a quién le tocaba hacer la portería, el presidente convocó una junta de propietarios. En ella, se decidió por unanimidad que nos tocaba a los del cuarto piso, ya que utilizabamos más las escaleras (?¿). Aunque parezca broma, esa fue la explicación que se nos dio. Curiosamente, todos los del cuarto piso estamos de alquiler y ninguno fue a la reunión de propietarios.

Es una suerte que, en los tiempos que corren, encuentres una comunidad de vecinos que te tiene tanto en cuenta y que te vigile tanto, aunque sea literalmente... Perdonen que me vaya, pero acabo de oir un ruido en el rellano... Voy a ver quién es y qué es lo que hace...

The Ship of Fools

Me costó una media hora encontrarlos. El Mag me había llamado unos días antes y me dijo: "No te lo vas a creer. Están aquí, en Barcelona". Yo no me lo podía creer. "¿Dónde?¿Dónde?", le insté emocionado e impaciente. Él me dijo que estaban anclados en el Port Vell, delante del Maremagnum. Así fue como al día siguiente, con cámara en mano y la ilusión en los ojos, me dirigí al puerto. Los estuve buscando por todo el puerto de la Barceloneta. Nada. Así que me dirigí hacia el Maremagnum y, de pronto, su armazón apareció ante mí. Me encontraba delante del famoso y mítico 'Barco de los locos'. Explicaré un poco su historia, que en ciertos momentos se ha convertido en mi historia o, mejor dicho, nuestra historia (la del Mag y la mía).

Esta historia comienza en el siglo XIII o XIV, en la ciudad holandesa de Amsterdam. En plena Edad Media, donde la psicología y la medicina eran disciplinas más pertenecientes a la heregía y a la brujería, todo aquel ciudadano que no siguiera las normas preestablecidas era perseguido, encarcelado y ejecutado bajo la acusación de adoración al demonio. Estas personas eran, como ya sabemos ahora, enfermos mentales, lo que en algún tiempo se llamó 'locos' y, en aquel tiempo se les llamaba 'necios'. Las autoridades holandesas impusieron una ley retorcida, curiosa... A partir de ese momento, todo 'necio', 'loco', encarcelado, sería embarcado en el llamado 'Barco de los locos' (también llamado 'Navío de los Necios') y se le enviaría en busca de una isla desconocida: Narragonia. Se les prometía que todo aquello que encontrarán en esta isla sería para ellos y se les explicaba las excelencias de Narragonia, los tesoros que escondía y sus paisajes paradisíacos. Marcharon muchos barcos repletos de locos, pero ninguno volvió. Lo que era una solución y, a la vez, un eufemismo de condena y muerte, se convirtió en un mito. Un escritor del momento, Sebastian Brant escribió "La nave de los necios", donde explica las características del 'Necio' y convierte a los reos en heroes.

Varios siglos después, un holandés recogió esta historia, medio verdad medio leyenda, se compró un antiguo pesquero y lo convirtió en un renovado "Barco de los locos". Creó una compañía de teatro, que vive y trabaja en el navío y, desde entonces, da vueltas por el mundo, mostrando sus espectáculos y recogiendo a los locos del mundo en su particular cruzada, siempre en busca de esa desconocida Narragonia. Esta historia la conocimos el Mag y el que os escribe gracias al documental "Viaje a Narragonia".

Pues bien, el Barco de los Locos ha llegado a Barcelona y estará aquí unos días. Os recomiendo a todos que vayais a hacerles una visita. Vale la pena, de vez en cuando, dejarse impregnar por la locura.

lunes, 18 de junio de 2007

Y hablando de Tarzán


A veces, sólo en contadas ocasiones, echo de menos algunos momentos de mi infancia televisiva. Es cierto que, cuando era pequeño, sólo existían dos canales, mi televisión era en blanco y negro, la oferta era mínima... Pero por alguna extraña razón, la televisión llegaba a unos niveles de calidad excelentes. Me acuerdo, básicamente, de las tardes de los sábados y los domingos. Recuerdo que se emitían películas clásicas. Había ciclos de Chaplin, de El Gordo y el Flaco, la Mula Francis, los Hermanos Marx... Muchas de sus películas tenían mucha más calidad que la mayoría de los telefilmes (basados en hechos reales) que se emiten actualmente. Me acuerdo que, de vez en cuando, se emitían las películas de Tarzán. Por curiosidad, he buscado en Internet las películas que protagonizó Johnny Weissmuller en el papel del hombre mono y he encontrado estas: Tarzán de los monos, Tarzán y su compañera, La Fuga de Tarzán, Tarzán y su hijo, El Tesoro de Tarzán, Tarzán en Nueva York, El Triunfo de Tarzán, Tarzán el temerario, Tarzán y las intrépidas amazonas, Tarzán y la mujer leopardo, y Tarzán y las sirenas. Once películas, y he encontrado alguna más que no llegó a España y, por tanto, no se tradujeron. Creo que en mi infancia las vi todas. Otra curiosidad: Johnny Weissmuller protagonizó otra saga sobre un hombre que vivía en la selva Jungle Jim. Para que después digan que Stallone es un actor encasillado.

Tarzán

Este sábado me levanté temprano, me tocaba trabajar. Salí de casa a las 7:00 y me dirigí hacia el metro. Mi calle, ya tranquila de por si, estaba desierta. A modo informativo, diré que mi calle desemboca en el cementerio de Sant Andreu. Al llegar a la esquina, oí un grito: "Aahhh, aaahhh, ahhhh!". No os asustéis, no fue un grito desgarrador, lo que pasa es que el lenguaje escrito no permite las onomatopeyas y no sabía como escribirlo. En realidad, se trataba del memorable grito de guerra de Tarzán, el señor de los monos. Comprenderéis mi sorpresa: 07:00 de la mañana de un sábado, la calle desierta y Tarzán a punto de coger una liana. Había oido que la ciudad era una selva, pero... Miré a mi alrededor y no vi ningún árbol. Esto me tranquilizó. Pero un poco más lejos ví las copas de unos cipreses. El cementerio. Me acerqué a la pared del cementerio y afiné el oído. No volví a oir a Tarzán. Esto también me tranquilizó, ni se me había ocurrido que Johnny Weissmuller pudiera estar enterrado en Sant Andreu, menos todavía que un sábado a primera hora se le ocurriera resucitar. Miré más allá y vi la central de los bomberos que está cercana a mi casa. Pero allí tampoco había ningún movimiento. Continué caminando y pensando en ese grito y en su causa. He llegado a varias conclusiones. Una es que el grito venía de una casa particular. Esto nos lleva a pensar en dos posibles causas:

- Era el sonido de un despertador: Realmente, sería efectivo y motivador escuchar a primera hora al rey de los monos. Y si no te motiva, al menos te da un susto que ya no puedes volver a dormir en días.

- Era una persona, en concreto, un hombre, el que gritaba. Quizás se había dormido y llegaba tarde al trabajo. Quizás se acabó el butano y se duchaba con agua fría. Lo único que sé es que tenía una gran capacidad pulmonar y que debió bajar por las escaleras de su casa, porque no ví en ningún momento, una liana colgando de ningún balcón.

viernes, 15 de junio de 2007

Contradicciones

La vida está llena de contradicciones, quizás porque el ser humano es contradictorio en si mismo. Algunos ejemplos:

- Como algunos sabreis, trabajo en una escuela universitaria, en concreto, de infermería. Sus alumnas han acabado hace apenas unas semanas sus prácticas. Cuando las finalizan, las profesoras les pasan una encuesta anónima para que den su opinión sobre el centro sanitario de prácticas y sobre su experiencia. Ayer me tocó recontar los resultados de la encuesta. La contradicción llega cuando me encontré que las encuestas están separadas según los diferentes centros y, curiosamente, en algunos de ellos, sólo han trabajado una o dos alumnas. En una de las encuestas estaba escrito en un margen en mayúsculas: "¿ANÓNIMAS?".

- Los Con-Versos ayer estuvieron a punto de anular su actuación en L'Astrolabi por falta de público. Según el contramaestre Mini, esta semana está siendo dura para sus artistas. El mismo Nelson Poblete no actuó, el bar estaba vacío. ¿Hay futbol? No las competiciones internacionales acabaron hace semanas. ¿La televisión ha mejorado su programación? Estás de broma. Entonces, ¿qué ha pasado? Exámenes!!!! Se han conjugado la selectividad, con los exámenes universitarios y el final de curso. Maldita vida la de los músicos, cuentacuentos, poetas y demás! Cuando no deben luchar contra la cultura de masas y contra los deportes de masas, los exámenes se les echan encima!!

- Después de la actuación de los Con-Versos, cogí un taxi para ir a casa. El taxista, que daba una tasa de cocaína o de testosterona por encima de la permitida, me llevó por el Paseo Maragall a unos 100 km/h mientras en el radiocassette sonaba Joni Mitchell. Curiosamente, el taxista tarareaba la melodía de sus canciones, mientras amenazaba con aplastar a los demás coches y motos y los adelantaba a volantazos. No volveré a escuchar las canciones de Mitchell sin tener ganas de vomitar.

- Os recomiendo el disco de Joan Manuel Serrat "Homenaje a Antonio Machado, poeta", en el que el cantautor musica sus extraordinarios poemas. Maravilloso disco y una forma excelente de acercarse a la poesía de todo un maestro. Sólo a modo informativo: Machado murió en el exilio el año 1939, Serrat sacó el disco en 1969. He leído que la dictadura chilena de Pinochet tenía vetado a Serrat. Cuando salió este disco, la dictadura prohibió también los libros de Antonio Machado, por ser "letrista" de Serrat. Cuan imbéciles llegan a ser las dictaduras!!

Contradicciones, amigos, contradicciones que, normalmente, mueven el mundo. No es una crítica, sólo una constatación. Simplemente, para saber.

miércoles, 13 de junio de 2007

Murallas de...

Mis críticos, capitaneados por Garfio, me acusan de dejado, de incumplidor, de impresentable... Yo no tengo otro remedio que darles la razón y mirar al suelo. Incumplo incluso mis mismas promesas. Hace dos o tres semanas quería escribir este post para dar las gracias a una persona. Hoy, por fin, me puse las pilas, me di cuerda y me puse ante la pantalla. Ahí va:

Me convenció en una noche de astrolabios y borrachera. Él actuaba al cabo de una semana en su ciudad costera, y me invitó a actuar con él, para "hacerme un nuevo público". Entre bromas y risas, consiguió mi "Sí, quiero". Así fue como crucé el puente del diablo para entrar en casa de un anticuario. El anticuario había encerrado en un cuarto oculto una especie de teatro, con telón y todo, que me impresionó sobremanera. Entonces llegó él, se alegró de ver cumplidas (aunque sólo sea por una vez) mis promesas y empezó su concierto. Me invitó a su país de las mil maravillas, aunque él (encantador de ilusiones) afirma que no hay maravillas en el mundo. Y delante de ¿50, 100 personas? y un micrófono mostré mis entrañas. Por suerte, no me acompañó su amiga Soledad, sinó que fue él quien me acompañó con su guitarra y su mirada de complicidad. Y la incredulidad dejó paso a los aplausos y la inseguridad dejó paso al orgullo. Cuando la luna decidió irse a dormir, nosotros nos despedimos con abrazos y besos. No sé si me hice un nuevo público, pero esta experiencia me abrió nuevas puertas en la mente. Creó que él también estaba contento de nuestra conjunción. Las despedidas nunca fueron tan alegres. El último adiós llevaba impreso, almenos por mi parte (espero que por la tuya también), una promesa de reincidencia.

miércoles, 6 de junio de 2007

Tesoros

Hay tesoros en cualquier esquina, en cualquier objeto, en cualquier momento, en cualquier gesto. Hay piratas que crecieron demasiado pronto y se obsesionan por unas cosas redondas de color dorado. Pero no todos los piratas son así. Todos somos o hemos sido piratas, y hemos ido en busca de nuestro tesoro perdido en una isla desierta. Esos piratas son los interesantes. Ese cromo que nunca encontrabamos y, al final, lo conseguimos a cambio del resto de la colección. Ese libro impreso hace casi un siglo. Esa foto antigua que cae en nuestras manos, y que ya nunca más se nos caerá. Esa canción que nos roba un trozo de alma o ese verso que nos sonríe. Ese guiño por la calle, esa mirada curiosa en medio de un río de gente. Lo mejor de estos piratas es que guardan su tesoro con su vida, pero cuando alguien les pregunta, lo muestran orgullosos, incluso a veces, regalan alguno de sus tesoros, para que ese pirata recién nacido herede su legado.

Papelotes

Me levanté y puse la radio. Las voces comentaban que ETA había puesto fin a la tregua. Mientras, yo me tomaba una aspirina, el costipado no remitía y la tos convulsionaba todo mi cuerpo. Tras el segundo cigarro de la mañana y los 300 tosidos posteriores decidí que ese era el día más adecuado para hacer una visita a mi antigua facultad. De hecho, había conseguido superar la última asignatura hacía unos 11 meses, pero nunca había encontrado un día mejor para ir a pagar el título. Lo confieso, tenía pavor a que llegará ese día. Tenía un terror irrefrenable al momento de ir a pagar, ya que me imaginaba la cara extrañada de la secretaria diciéndome: "Pero... aún te falta una asignatura por aprobar!". Mi autoestima no lo habría superado nunca. Aún así, ese día era el mejor y, por eso, me decidí, cogí el coche y, entre oraciones, fui hacia mi destino a la espera de lo que me deparara.

Llegué a la universidad en apenas 15 minutos, no me dio tiempo a acabar el rosario, cerré el coche y me dirigí hacia la puerta. Allí se encontraba fumando una antigua profesora con la que había compartido muchos cafés y confesiones sobre el mal funcionamiento de la facultad. Tal como me iba acercando, me di cuenta que no recordaba su nombre. "¿Qué tal, Jordi? ¿Qué haces aquí? ¿Vas a incendiar la facultad?", me saludó entre sonrisas. Todavía obsesionado por su nombre le respondí lo que se suele decir en estas ocasiones: "No, vengo a pagar el título". Estuvimos hablando de la vida durante unos cinco minutos. Fue una charla bastante agradable, ya que me permitió conocer el estado profesional de algunos ex-compañeros. Siempre tuve la sensación de que yo era el último paria de mi promoción. Ella me aseguró que poca gente trabaja de lo que estudiamos, y los que lo hacen cobran unos sueldos míseros. Justo en el momento de la despedida, recordé su nombre: "Adiós, Carme, hasta pronto!!".

De esta manera me dirigí hacia la secretaría. La secretaría de mi facultad ha sufrido algunas metamorfosis desde que yo ingresé por primera vez. Antes, era una pared con todo de ventanillas a modo de taquillas, donde los estudiantes se agolpaban en larguísimas colas. Esta disposición tenía sus alicientes: podías ver como tres personas trabajaban mientras el resto, unos cinco, se tocaban los melocotones al más puro estilo "funcionariado español". Pero, un día, de buenas a primeras, instalaron unas mamparas que impedían la visión de estas acciones y en la entrada pusieron un expendedor de números al estilo carnicería. Cogí un número del expendedor, por suerte sería el próximo en entrar. Cuando me tocó, me senté nervioso ante la secretaria y le expliqué la razón de mi visita.

Odio el protocolo de los diferentes servicios al público que trabajan con ordenadores: INEM, Universidades, Servicios Sociales, Administración... Tú explicas la razón por la que has ido, te piden el DNI y pasan cinco, diez, veinte minutos tecleando el teclado, mirando la pantalla del ordenador, e ignorando tu presencia... Nunca sabes si te aceptarán o no, si tus datos están bien o no. De pronto, te ves jugando con la cremallera de tu chaqueta, leyendo las instrucciones de desalojo en caso de incendio o mirando atentamente e interesantísimo como alguien está haciendo fotocopias. Al cabo de un siglo, la secretaria me pidió la targeta de crédito. "Bien, eso quiere decir que tengo el expediente bien y que no me falta ninguna asignatura". La chica desapareció y al cabo de dos minutos volvió a aparecer con una factura de 155 Euros. Estuve a punto de reclamarle que cada año estudiado yo había pagado unos 600 euros, que por qué por un trozo de papel me piden más que por una asignatura. Pero como todo el mundo, firmé la factura, recordando mi demora durante casi un año a hacer este paso administrativo. Al acabar, le pregunté cuanto tardaría en recibir el título. "Unos dos años, tirando a tres". En ese momento, me imaginé a unos escribientes vestidos de monjes jesuítas dibujando con una pluma de gaviota los ribetes y las letras del siglo XIX por los que aún se carcaterizan los títulos formativos en este país. No me extraña que el papelito en cuestión tarde dos años en llegar de Madrid a Barcelona, la tinta de calamar extendida por una pluma de gaviota tarda meses en secarse. Además, el título irá firmado por el Rey y, claro, el Rey está muy ocupado firmando cosas.

Al llegar a casa puse la televisión y vi un debate sobre la investigación universitaria. En el debate, había tres investigadores españoles que trabajaban en la Universidad de Oslo. El presentador les preguntó: "¿Por qué os fuisteis a Oslo si vosotros sois de Fuenlabrada?". Uno de los invitados le respondió: "En España las ayudas para investigación y formación son escasas, sin embargo, en Oslo nos acogieron con los brazos abiertos y nos dan unas ayudas económicas que nos permiten centrarnos en la investigación." Lógico, además, seguro que cuando acaben la investigación, no tardarán dos años en recibir el papelote correspondiente.