Hoy he leído en El Periódico de Catalunya que una delegación del FC Barcelona hizo una visita al expresidente de Suráfrica, Nelson Mandela. A esta recepción sólo se presentaron cinco de sus jugadores. El resto se quedó en el hotel descansando, tan cansados estaban los pobres. Según el periodista, Joan Domènech, "Thuram, Belletti, Gio, Iniesta y Oleguer fueron los únicos jugadores que tuvieron la inquietud de conocer a Mandela, el referente indiscutible en la lucha contra el racismo". Que pena!!Ya hace tiempo que el fútbol, a nivel de fanatismo, cae sobre mi como la lluvia de abril. Hay un momento, creo, en el que uno se da cuenta que aquello que él defiende con tanto ahínco (la camiseta, los colores) simplemente es un sentimiento particular. Los futbolistas, en general, sólo defienden el color de los billetes que reciben. Sólo hay que ver la lista de jugadores que visitaron a Mandela para conocer a estas cinco personas: Los cinco se caracterizan por una dimensión extra-futbolística. Esto para mi, les honra más que al pichichi de la liga. Pero, en definitiva, normalmente, creo que los gritos de rabia, la mayoría de veces, se pierden entre las dunas.
Ya, a principio de temporada, Merlí y un servidor lo estuvimos comentando. Estabamos en plena vendimia, llenando con dinero nuestros bolsillos, con ilusión nuestra ánima y con llagas y dolores nuestro cuerpo. Fuimos al bar de Capçanes, mágica población del Priorat, y estaba jugando el Barça. En seguida, vimos que al lado del logotipo de Nike se encontraba el logotipo de Unicef. La indignación fue total. Que desvergüenza unir en apenas 50 cm cuadrados a una ONG que lucha por los derechos humanos y a una marca inundada por denuncias de explotación laboral de menores de edad. Dos días después, el Sport afirmaba que el Barça estaba planteándose cambiar Nike por Puma. Aplaudimos esta decisión. Pero, como siempre ocurre, después de la tempestad llega la calma, y después de las críticas siempre llega el olvido y el "quien paga, manda".
Es una auténtica pena que estos personajes, cuya gran habilidad es dar patadas, desaprovechen estas oportunidades que les da la vida. Nelson Mandela es una personalidad mundial, por lo que me encantaría poder darle la mano y, si pudiera, poder hablar con él, aunque sólo fueran cinco minutos. Sería tan interesante cualquiera de sus anécdotas. Es una de esas pocas personas en el mundo que, cuando habla, hay que escucharle. Como el fallecido Juan Pablo II, no soy creyente pero lo encontraba una persona interesantísima. Como Fidel Castro, como Mijhail Gorbachov, como Bob Dylan, como Rigoberta Menchú, como Gabriel García Márquez, como el Dalai Lama, como mi benerado Mario Benedetti. Pocos más, no se crean. Pero si tienes la oportunidad de ver a una de estas personas, no puedes quedarte en el hotel descansando. Eso es un pecado capital. Es un insulto al resto de la humanidad.
jueves, 21 de junio de 2007
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1 comentario:
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