Este sábado me levanté temprano, me tocaba trabajar. Salí de casa a las 7:00 y me dirigí hacia el metro. Mi calle, ya tranquila de por si, estaba desierta. A modo informativo, diré que mi calle desemboca en el cementerio de Sant Andreu. Al llegar a la esquina, oí un grito: "Aahhh, aaahhh, ahhhh!". No os asustéis, no fue un grito desgarrador, lo que pasa es que el lenguaje escrito no permite las onomatopeyas y no sabía como escribirlo. En realidad, se trataba del memorable grito de guerra de Tarzán, el señor de los monos. Comprenderéis mi sorpresa: 07:00 de la mañana de un sábado, la calle desierta y Tarzán a punto de coger una liana. Había oido que la ciudad era una selva, pero... Miré a mi alrededor y no vi ningún árbol. Esto me tranquilizó. Pero un poco más lejos ví las copas de unos cipreses. El cementerio. Me acerqué a la pared del cementerio y afiné el oído. No volví a oir a Tarzán. Esto también me tranquilizó, ni se me había ocurrido que Johnny Weissmuller pudiera estar enterrado en Sant Andreu, menos todavía que un sábado a primera hora se le ocurriera resucitar. Miré más allá y vi la central de los bomberos que está cercana a mi casa. Pero allí tampoco había ningún movimiento. Continué caminando y pensando en ese grito y en su causa. He llegado a varias conclusiones. Una es que el grito venía de una casa particular. Esto nos lleva a pensar en dos posibles causas:
- Era el sonido de un despertador: Realmente, sería efectivo y motivador escuchar a primera hora al rey de los monos. Y si no te motiva, al menos te da un susto que ya no puedes volver a dormir en días.
- Era una persona, en concreto, un hombre, el que gritaba. Quizás se había dormido y llegaba tarde al trabajo. Quizás se acabó el butano y se duchaba con agua fría. Lo único que sé es que tenía una gran capacidad pulmonar y que debió bajar por las escaleras de su casa, porque no ví en ningún momento, una liana colgando de ningún balcón.
lunes, 18 de junio de 2007
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