jueves, 22 de noviembre de 2007

Óbitos

Me viene ocurriendo en las últimas semanas que me entero de la actualidad, no por los telediarios o el periódico, sinó gracias a mis amigos que cuidan de mi conocimiento de la realidad actual. Ayer, Merlí me comentó la muerte de Fernando Fernán Gómez, tras lo cual sólo pude pronunciar un breve "Hostia". Me quedé reflexionando sobre la trivialidad de nuestra vida, el paso del tiempo... Y, después de unos largos segundos de silencio, desarrollé una nueva teoría absurda de las mías:

- Es curioso como los famosos desaparecen de un día para otro y, después de un tiempo, nos enteramos que se han muerto.

La cara de Merlí mostró una mueca de obviedad completa. Se supone que, cuando un famoso a una edad avanzada desaparece de la escena pública, entra dentro de las estadísticas el hecho de que tenga dolencias físicas que finalicen en una misa y en su entierro. Pero esta obviedad que ha ocurrido durante los últimos cincuenta años (más o menos, la misma edad que la televisión) se vio implacablemente doblegada ante la agonía y el desenlace de la folclórica Rocío Jurado. En esa ocasión, se hizo un seguimiento completo desde su primera dolencia hasta la lectura del testamento y la posterior trifulca por su herencia. Así pues, lo que era una obviedad, se convirtió en una noticia de apertura de los telenoticias.

Me alegro (entre comillas) de la vuelta a la normalidad y a la obviedad en un tema tan delicado como la muerte de una persona.


(Fotografías extraídas de www.elpais.com y de www.isaacj.com)

1 comentario:

Jordi dijo...

Rocío Jurado aparece más ahora en la tele que cuando vivía. Que no es poco.