sábado, 22 de diciembre de 2007

Recuerdos

Las fechas navideñas estimulan a la memoria. Quizás sea debido a las lucecitas que decoran las calles, o al hecho que todas las televisiones programan películas edulcoradas y concursos solidarios, o a que, como cada Navidad, se repiten los mismos hábitos sociales: montar el belén, montar el árbol de navidad, montar la decoración y montar un cristo cuando por otro año consecutivo no nos ha tocado el Gordo de Navidad. Así pues, y como uno no es de piedra, he recordado uno de los primeros regalos que quise regalar. A mi madre le encanta 'El bolero de Ravel', esa obra maestra de la música contemporánea. Curiosamente, a Wendy también le encanta esta obra musical, lo cual me hace pensar que debería ir al psiquiatra, por si acaso tengo uno de esos síndromes con nombre de mito griego, ya que no es normal que a todas las mujeres de mi vida les guste esta canción. Pero dejemos a un lado mis manías y paranoyas subconscientes (o inconscientes, debería repasar mis apuntes sobre Freud). Por esa época, sólo teníamos 'El bolero de Ravel' en disco de vinilo y nuestro giradisco estaba estropeado, por lo que pensé en regalárselo en Compact Disc...

Nota del Autor (que, aunque no tenga nada que ver con la historia, me apetecía escribir): Imaginaos al viejo Peter Pan, delante de su ordenador, con un cigarrillo medio consumido y acariciándose el mentón. Una voz en off dice: Nunca olvidaré el momento en el que sentí que me hacía mayor. Y, ahora, fijaos que la imagen se difumina, mientras el humo del cigarro invade la totalidad de la pantalla. El humo se esparce y aparece un joven Peter Pan en una clase de la Universidad. La voz en off continúa: Fue hace unos pocos años, yo contaba con 22 años y estaba en primero de Periodismo, rodeado de jóvenes recién salidos del instituto, que contaban a lo sumo con 19 años. La profesora de radio nos explicaba como manejar un disco de vinilo para que sonara en directo. Consistía en girar al revés el disco, no para escuchar mensajes satánicos, como muchos hemos hecho con los discos de AC/DC, sinó para encontrar 'auditivamente' e intuitivamente cuando y donde comenzaba la canción. La profesora pidió un voluntario para que lo hiciera. Una compañera se ofreció y comenzó a girar el vinilo. Cuando se escucho el primer sonido, mi compañera continuó girando el disco, mientras la profesora le preguntaba porque no paraba de girarlo. Lo volvió a intentar varias veces, pero siempre giraba de más el disco. Al final, la profesora le preguntó porque le daba tantas vueltas y no paraba nunca. Mi compañera respondió: "Es que estoy buscando donde comienza, pero no lo veo. No se ve bien". Por supuesto, la chica nunca había visto un disco (bien al contrario, mis primeros discos fueron de vinilo), por lo que no sabía que el disco hay que 'escucharlo', ya que es imposible encontrar el punto donde comienza una canción. De ahí que también se le llame Microsurco.

Vuelta al presente gracias al mismo efecto del humo difuminando la imagen...
Como iba diciendo, o mejor dicho, escribiendo, decidí regalarle a mi madre el CD del 'bolero de Ravel'. Ahora, viene un flashback, mucho más lejano en el tiempo que el anterior. En esta ocasión la imagen pasará del color al blanco y negro... Incluso, para aquellos amantes del cine antiguo, podría tener la apariencia de una película muda, con música de fondo y los diálogos escritos, ahí cada uno con su imaginación.

Yo contaba con sólo 10 años, pero mis ideas anticapitalistas ya estaban totalmente asentadas en mi mente. Así que, en lugar de ir a un gran almacen para buscar el CD, fui a una pequeña tienda de música dispuesta al lado del mercado municipal. Llegué a la tienda y dije decidido: "Perdone, ¿tienen el bolero de Ravel, por favor?". La dependienta hizo que no con la cabeza y respondió con una sonrisa: "No, pero si quieres, tenemos 'Los boleros de Moncho'". "No, gracias", fue mi escueta respuesta. En aquel momento, me tuve que comer mi orgullo con patatas y cogí el metro en dirección al centro de Barcelona. Poco después, apenas veinte minutos, ya tenía en mis manos el preciado regalo. Por supuesto, lo había encontrado sin ningún tipo de problemas, y con una oferta del 20% de su precio, en una de las estanterias de la sección de música de El Corte Inglés.

1 comentario:

SBP dijo...

Si llego a saber que me llevas al cine, voy al lavabo antes de entrar. Bones festes a tu i a Wendy!