Hace unos meses, al salir de un banco que está junto a mi casa, me detuvo una señora mayor con una bata azul. La señora asustaba nada más verla, todo hay que decirlo: le quedaban muy pocos cabellos que estaban totalmente despeinados, su sonrisa era huérfana de dientes, tenía casi tanta barba como yo... Después del susto inicial escuché a la pobre mujer que me preguntaba si el banco estaba abierto. Le contesté que no porque era domingo, pero la animé a intentarlo al día siguiente. La mujer me dio las gracias y se fue recitando: "Volveré mañana, volveré mañana...".
No la volví a ver hasta tres o cuatro días después, con la misma bata y el mismo aspecto, paseando sin rumbo fijo entre la gente que pasaba a su lado a toda prisa. Levantó la cabeza, me miró, fijó su mirada en mí y se acercó a toda prisa. "¿Está abierto el banco?", me preguntó, a lo que le respondí que sí. Entonces me dijo: "Lástima, ahora llevo prisa, ya volveré mañana". Y otra vez, desapareció con su recitado habitual: "Volveré mañana...".
Desde entonces, me la he encontrado dos o tres veces a la semana. Siempre vestida igual, siempre me pregunta lo mismo y siempre acaba la conversación con lo mismo: "Volveré mañana".
Ayer la ví en la puerta del banco, junto a un policía que le hablaba. Ella miraba al interior de la caja sin hacerle caso. Cuando pasé por su lado, oí un trozo de la conversación. El policía le preguntó dónde vivía y ella se giró enfadada y le respondió: "En la calle, siempre en la calle".
miércoles, 7 de marzo de 2007
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