sábado, 17 de marzo de 2007

Preparadas, listas... ya

La expectación crecía con cada segundo que pasaba. La hora señalada se acercaba y los nervios estaban a flor de piel. Ninguna de las competidoras sabía si llegaría a buen puerto ni cuál sería su destino. Al fin las manecillas del reloj dieron las 8:45 de la mañana y comenzó la carrera. Por delante tenían aún un cuarto de hora de ardua lucha.

La primera posición la tomó enseguida la señora Paquita que, con su carro de dos ruedas, se escapó de las demás. Su mayor aerodinámica fue determinante en la escapada. Pero, tras el susto inicial, las demás competidoras fueron recuperando la distancia. Las señoras Ramira y Manuela se acercaban rapidamente a la señora Paquita, cuando llegó la primera esquina. La señora Manuela, con sus bolsas del pan y del Pryca, se adelantó por el interior a las otras dos, demostrando un gran dominio de la frenada. Mientras, en el grupo retrasado, los problemas se multiplicaban. El carro de cuatro ruedas de la señora Margarita había chocado con las piernas de la señora Ramona, que tropezó y dio un empujón a la señora Rosa. La señora Rosa, sin poder frenar su impulso, acabó dentro de la farmacia y aprovechó para comprar unos gelocatiles y unos caramelos de mentol. Así pues, la competición perdía tres valores.

En la cabeza de la carrera, la señora Paquita demostraba su gran resistencia y se emparejaba con la señora Manuela antes de llegar a la esquina de la mercería. Mientras la señora Ramira observaba a las otras dos en una cómoda tercera posición. El momento crítico llegó al cruzar la calle. El semáforo estaba en rojo y las tres primeras clasificadas dudaban entre perder su ventaja o cruzar la calle, con la posible sanción que podría acarrear esto. La señora Paquita, que nunca ha demostrado una gran paciencia, cruzó la calle todavía en rojo. Un taxi la amonestó y, mientras ella protestaba, el semáforo se puso en verde y la carrera se reanudó. De esta manera, la señora Paquita perdió toda posibilidad al éxito.

Las señoras Manuela y Ramira pujaban por la primera posición. Ambas contaban con unas bolsas de las mismas características, por lo que era difícil pronosticar el resultado final. La conclusión demostró que, hoy en día, las bolsas se revelan más cómodas y ligeras, en contra de los carros, cuyos resultados están siendo de un tiempo a esta parte muy decepcionantes. De esta manera, se llegaba a la última curva, que sería definitiva. La señora Ramira, que se había mantenido fuera de la lucha, inició un ataque muy agresivo. Intentó adelantarse por fuera de la acera, pero unos colegiales que llegaban tarde a la escuela imposibilitaron esta posibilidad. La señora Manuela veía peligrar su hegemonía. Y finalmente, a la altura de la tienda de cosméticos, la señora Ramira dio el estirón final y se puso en primera posición tras la esquina del estanco. A partir de entonces, sólo le quedaban 100 metros en línea recta, en los que no tuvo nada más que mantener la distancia de ventaja. Así fue como la señora Ramira se impuso y llegó primera, a las 9:00 en punto, al Mercadona, donde fue recibida con las puertas abiertas apenas cinco segundos antes.