lunes, 2 de abril de 2007

Lluvia

Este abril ha despertado con lágrimas en los ojos y un telo gris en la mente. La lluvia golpea el suelo con impaciencia, porque llevaba siglos sin visitarnos y quiere llegar cuanto antes. Yo observo la ciudad que se empapa desde la protección que da una ventana. Junto a mí, se encuentra Tara, uno de mis gatos, que mira al exterior con curiosidad. Se gira hacia mí, vuelve a mirar fuera, me vuelve a mirar y se aleja, se sienta delante del calefactor. El reloj de la sala, que aún señala una hora menos, sigue con su tic tac incansable. El tic tac no se escucha, la lluvia lo disimula. En la televisión aparecen imágenes típicas de semana santa, procesiones de creyentes bajo la lluvia. Me fijo en que muchos miran al suelo, pero muchos más miran al cielo. La lluvia continúa en el exterior y amenaza con quedarse en esta ciudad por Semana Santa. La lluvia no coge nunca vacaciones.

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