lunes, 2 de abril de 2007

Trabajo

El sábado fui a ver en el teatro Poliorama "El método Gronholm". La recomiendo a todo el mundo, es una obra genial, interpretada de forma magistral por Jordi Boixaderas, Lluís Soler, Jordi Díaz y Roser Batalla. El escenario es una sala de reuniones donde se encuentran cuatro candidatos a un puesto de trabajo. A partir de ahí, se desarrolla el método de selección, un método revolucionario y nada tradicional. La amargura del proceso de selección y la historia personal de cada personaje se mezclan con un guión brillante que combina el humor con la tragedia. Como me dijo una amiga: "Su situación es tan trágica que te hace reir". La verdad es que, al final de la obra, lloras de dolor y de tanto reir.

Cuando salimos del teatro, Wendy se giró y me dijo sonriente: "Hay que ver con el señor Gonzalo, eh?". El señor Gonzalo es el genérico que utilizo para todos los jefes de personal que me han entrevistado o que me han despedido en mi vida profesional.

El comentario de Wendy me recordó una entrevista a la que fuí recomendado. El puesto era de periodista en una revista juvenil. En un momento de la entrevista, el jefe de redacción me pregunto: "¿Qué tendencia política tienes?". Incrédulo, le miré a los ojos y le pregunté: "¿Es obligatorio contestar?". Siempre creí que lo importante de un periodista era ser lo más imparcial posible y que su tendencia política, como su voto electoral, es una información privada, personal e intransferible. El entrevistador le quitó importancia a la pregunta. Yo le contesté que era de izquierdas, él me dijo que la revista era de izquierdas, me dijo que en una semana me diría algo: Aún estoy esperando.

También me acordé de la entrevista que me permitió mi trabajo actual. Yo estaba en el paro y una mañana me llamó una amiga. Me explicó que su madre trabajaba en una ETT que estaba buscando a alguien para hacer de conserje. Una búsqueda sin éxito. No había ningún candidato, nadie quería este trabajo, a pesar de que las condiciones laborales no están nada mal. Llamé a la empresa y me personé a la entrevista. Todos los trabajadores de la ETT me saludaron con efusividad. Incluso me daban las gracias por haber aceptado el trabajo (?!¿¡). A pesar de que no había otros candidatos y que yo tenía una larga experiencia como conserje (y, además, venía enchufado), el gerente de la empresa quiso hacerme una entrevista. Entré en la sala, nos presentamos y en cierto punto de la charla me pidió que le diera razones por las que él me tenía que contratar a mí y no a otro. Estuve a un pelo de levantarme y decirle que si no quería mis servicios se buscara a otro, pero me contuve y le hable de mis excelencias como conserje. En cuanto salí, la sala de espera de la empresa continuaba desierta.

2 comentarios:

Jordi dijo...

La respuesta a la pregunta del sr. Gonzalo de por qué tiene que contratarme a mí y no a otro que me habría gustado dar es:
"Por que no tiene a nadie más, capullo. ¿Cuando empiezo?".

El viejo Peter Pan dijo...

La verdad es que las entrevistas de trabajo deberían clasificarse como un tipo de tortura. Además, son totalmente inútiles. Tú le mientes afirmando que es una oferta interesantísima, cuando en realidad estás pensando en enviar más curriculums para encontrar algo mejor. Y el señor Gonzalo lee tu curriculum y comenta tu experiencia, cuando en realidad no conoce de nada la mayoría de empresas en las que has trabajado. En definitiva, es un juego. Ambos sabeís que estais mintiendo y lo único importante es ser suficientemente hábil, audaz e ingenioso en tu mentira.

Los caminos del señor Gonzalo son inescrutables. Amén!!