Ayer iba hacia casa después de haber pasado por el Mercadona para hacer una pequeña compra, la típica pequeña compra de final de mes, aquel momento en el que tienes spaguetis en el armario, pero no tienes salsa de tomate; en el que no tienes huevos, pero sí un montón de pan congelado; en el que tienes patatas fritas, pero no carne para acompañarlas. Iba con mis dos bolsas de plástico, a punto de quebrarse a cada paso, cuando pasé por delante del único local de la calle que aún quedaba cerrado. Ayer estaba abierto de par en par y, por lo visto, a pesar de llevar más de un año cerrado, lo han estado reformando. Me detuve y leí un cartel que colgaba de una de las puertas metálicas: "Próximamente, apertura de una nueva sucursal de Caja Madrid. Siempre a su servicio". Hay algo que no se les puede negar a los bancos y a las cajas de ahorro: su estrategia comercial. Esta futura sucursal estará a menos de dos minutos caminando de El Corte Inglés y del Heron City (Un centro comercial dedicado "exclusivamente al ocio", como rezaba su lema, en el que sólo se encuentran bares, restaurantes, cines y algunas tiendas de Outlet). Estará a menos de veinte pasos del Mercadona y a menos de diez de una tienda de ramos y lápidas funerarias (el cementerio de Sant Andreu está justo delante). [N. del A.: Como vereis, mi barrio es extraordinariamente curioso, en el que conviven los cementerios con los centros comerciales.] Me imaginé una cola inmensa el día de la apertura de la caja, en el que te regalarán cuentas corrientes con el canapé y la copa de cava, y a todos mis vecinos ahí dentro, con sus ahorros, que nunca se sabe cuando querrás ir al super, o a cenar o a poner flores a una lápida cualquiera, y teniendo un cajero tan cerca...
Giré la esquina y me encontré con la casa okupa situada justo delante de la futura sucursal de Caja Madrid. Desde hace medio año se han estado fortificando. Con Wendy, tuvimos la oportunidad de ir a comer un día con ellos, hará un año y medio o dos años. En esa casa entraba todo el barrio, a saludar, a comer, traían algún pastel, la gente les dejaban un martillo si estaban construyendo algo, o una brocha si estaban pintando. Ahora, una enorme reja rodea el muro de la casa, y una enorme cadena prohíbe el paso a cualquier desconocido. Antes se veía a los okupas pasear por el barrio, entrar y salir de la casa, saludaban a los que pasaban por delante... Ahora las puertas y ventanas se mantienen cerradas todo el año, todo el día.
Llego a mi edificio con las bolsas del Mercadona a punto de reventar y con la frente llena de sudor. Ya llegó el verano y quien lo niegue es que no tiene glándulas sudorípedas. Subo los escalones y cuando llego a la altura del segundo piso, miro por la ventana de la escalera, como siempre. Esta ventana da a la galería de un piso en el que tienen una enorme cacatúa. Me gusta mirarla cuando subo, porque ella siempre se me queda mirando y hace unos grititos, como si me saludara. Pero ayer no estaba. Pensé que quizás hubiera muerto debido a la calor de estos últimos días y me puse algo triste. Pero aparté de mi mente la imagen de la enorme cacatúa muerta dentro de la jaula. Seguramente, sus dueños la habían entrado dentro de casa, donde tienen un potente aire acondicionado, y la cacatúa se encontraba en ese momento de lo más cómoda. Al segundo siguiente, pensé que una cacatúa no debía estar preparada para soportar tanto aire frío y que, seguramente, habría muerto a causa de una pulmonía. Que triste: morirse de pulmonía en pleno verano! Pensé que un día de estos pasaré por la casa de los vecinos para darles el pésame.
Cuando llegué a casa, puse la tele y vi al ejército por las calles de Barcelona. El corazón me dio un vuelco. Por suerte, el locutor explicaba que el ejército estaba en la ciudad para llenarla de megageneradores a causa del apagón. Realmente esta ciudad se ha vuelto loca. Tenemos un apagón como otras grandes ciudades mundiales, como Nueva York. Las empresas eléctricas se desentienden de la responsabilidad. Hay vecinos que estuvieron tres días sin luz. El ejército entra a la ciudad para encendernos la nevera. Fecsa asegura que la ciudad entera tiene una red eléctrica precaria y que en los próximos meses, cualquier día en cualquier momento, puede volver a explotar. Y eso lo dice el mismo día que salen sus cuentas del primer trimestre del año, en el que ha triplicado sus beneficios. Y como dijo Carles Flavià: "El apagón ha demostrado que todos aquellos que creían que Joan Clos ya no podía hacer nada para empeorar Barcelona se equivocaban, como Ministro de Industria y Energía puede ser peor que como alcalde".
sábado, 28 de julio de 2007
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2 comentarios:
Y a mi que todo esto me parece oirlo por voz de "El Analista"...
El Analista nunca descansa, sea a través de quien sea, o del medio que sea... Cómo va todo, MR? Hace siglos que no nos encontramos por los paraísos astrolábicos!!!! Pero veo que continuáis dándole caña a la noche!! Un abrazo muy grandote!!!
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