sábado, 28 de abril de 2007

Cuestión de aguante

Mis alaridos se escuchaban desde la calle. Al menos eso me dijo Wendy en cuanto abrió la puerta. "¿Qué ocurre? ¿Qué te ha pasado?", me preguntó y en su rostro leí que estaba preparada para cualquier cosa, tanto si significaba hacer la cena como si era extirparme cualquier órgano que me doliera.

- Nada, nada, que me estaba duchando.

- Ah... Eso... ya sería hora que llamaras al seguro para que arreglaran el calentador, no? Ya hace dos días que nos duchamos con agua helada.

Y así lo hice, llamé a la compañía de seguros y una señorita muy simpática me dijo que ya me llamarían para concretar un día y una hora para repararlo.

- ¿Qué le pasa al calentador?

- Pues que ese botoncito que hay que aguantar con el dedo para que la llama aguante no aguanta. Pero cuando consigo que aguante, quiero decir el botoncito, enciendo el agua caliente y entonces no aguanta, quiero decir la llama, ¿me entiende?

- Más o menos, ya le llamarán.

Y al día siguiente, una señorita diferente, pero igual de simpática, me dijo que pasarían al día siguiente. "¿Usted y quién más?, pregunté. "No, sólo el técnico!", me contestó. "Ah, vale, por un momento creí que debía preparar un convite". La chica me preguntó nuevamente qué le pasaba al calentador... Esta segunda vez, intenté explicarme lo mejor posible: "El botón que aguanta la llama no se aguanta, pero cuando se aguanta, es la llama la que no aguanta". "Entendido, vendrán mañana".

Al día siguiente, una hora después de la acordada, apareció el técnico, un hombre con amplias espaldas y armado con un par de destornilladores. Yo estaba excitado porque por fin podría explicarle y mostrarle a alguien in situ como, ni el botoncito ni la llama, se aguantaban. El hombre entró directamente a la cocina mientras yo le indicaba el calentador.

- Vé, este botoncito, el que hay que apretar y aguantar...

- Sí, sí, ya lo veo.

- Bien, pues le muestro como no se aguanta...

- Bueno, déjeme espacio.

- Es que le querría demostrar como...

- Ya lo miro yo.

Y sin dejarme abrir la boca ni demostrarle el resorte anti-aguante del botoncito, ese hombretón se puso a estrujar con todas sus fuerzas una rueda que tiene el calentador.

- No es eso lo que falla, es ese bontoncillo...

- Ya, es que estoy comprobando si gira.

- Es que está girando hacia el lado que no gira, si lo intentara al revés...

- Deje, estoy simplemente comprobando.

Y mi calentador aguantaba inexpugnable las acometidas feroces de ese hombretón contra la pobre rueda. Después lo abrió y comenzó a golpear los diferentes conductos con uno de sus destornilladores.

- Uy, este calentador habrá que cambiarlo. Es muy viejo.

- Sí?

- Yo no puedo hacer nada. Hay que cambiarlo. En dos o tres días tendrá uno nuevo. Mañana le llamarán mis compañeros y le darán el presupuesto.

- Pero... ¿No puede hacer un apaño? Al menos hasta que tengamos el nuevo.

- Uy, no, este calentador está muy mal, es imposible. Hay que cambiarlo. Espere que le preparo la factura. Mire, son 40 euros.

Joodeeer! Yo, cada vez que veo el calentador, pienso que es viejo y que hay que cambiarlo, pero no por eso se me ocurre cobrarle 40 euros a Wendy. Nunca un trabajo había sido tan eficiente. Máxima ganancia con el mínimo esfuerzo. Al día siguiente, me llamo un tipo y me dijo que cambiarlo valdría 590 euros.

- Coño, pero ¿qué tipo de calentador me van a poner?

- Uno totalmente nuevo que vale 300 euros.

- Y no me podrían poner uno totalmente usado, que aún funcionara.

- Esa no es nuestra política, señor.

- Ah, perdone usted si le he faltado.

- Piense usted que no le cobramos desplazamiento.

- Ah, gracias, gracias.

Ante este panorama, decidí llamar al servicio técnico oficial de la marca, sabiendo de antemano que quizás sería más caro, pero con la necesidad de conocer una segunda opinión.

Al día siguiente, apareció este segundo técnico con una maleta repleta de herramientas. Lo primero que hizo fue preguntarme qué le ocurría al enfermo. Feliz, me explayé en mis explicaciones sobre botoncitos y llamas que no se aguantan. Incluso le hice una demostración práctica mientras él valoraba los síntomas y el tratamiento a tomar. En apenas media hora consiguió que ese calentador aguantara el botoncito, la llama y todo lo que se le pusiera por delante. Además, consiguió descubrir y cerrar una fuga que había pasado inadvertida ante la "rigurosa" comprobación del anterior técnico. La factura subió a 80 euros, que pagué con gusto. E inmediatamente después me pegué una buena ducha con agua hirviendo.

Moraleja:
En tema de averías y reparaciones, recurre siempre al técnico oficial,
de lo contrario la cartera te robarán.

martes, 24 de abril de 2007

Entrar al armario

El otro día fui a visitar por primera vez a los amigos de L'Armari (Riereta 11, junto a la Rambla del Raval), una galería de arte que sobrepasa los límites de la cultura y el sentirse como en casa. Unos sillones para sentarse, unas copas para inspirarse e inteligente conversación para volar. Jay y Merlí le dan al lugar el toque de magia que necesita una ciudad frenética y convulsa. A sólo 500 metros tienes las Ramblas con sus idas y venidas, con sus sombreros mejicanos sobre ingleses borrachos e insultantes, con sus estatuas pacientes que en ocasiones pierden la paciencia ante tanto ajetreo... Que el ayuntamiento se quede con su Rambla de postal y vómito; yo me quedo en L'Armari, un isla de reposo y calma entre tanto alboroto. El instante más mágico de tu visita es cuando decides internarte en el armario del fondo y descubres lo que hay al otro lado del espejo... Es un instante tan solo, ya que al cabo de poco rato debes volver al mundo real y cruzar otra vez el espejo.

Esta iniciativa cultural y anímica reanima las ganas de volar.

Para amenizarlo, al día siguiente vi la película "Las 9 revelaciones", basada en el libro homónimo de James Redfield. En esta novela de aventuras, se habla del hallazgo de un manúscrito de la cultura ínca, en el que se habla de una profecía. Esta profecía, al contrario de lo que estamos acostumbrados, no pronostica el fin del mundo, bien al contrario. La profecía alecciona al ser humano sobre su evolución y sobre el camino que debe elegir para ser cada día un poco mejor. La profecía indica nueve revelaciones que hará del ser humano una ser mejor para sus congéneres. Me quedo con la Primera Revelación que explica que todo lo que ocurre no sólo es casualidad, azar. Las cosas ocurren por una razón y debemos seguir nuestro instinto, fijarnos en las señales, para completar nuestro camino. El escritor Paulo Coelho lo definió así: "Cuando una persona desea realmente algo, el Universo entero conspira para que pueda realizar su sueño". ¿Por qué nos obstinamos en ver la mala suerte a cada esquina? ¿Por qué un mal paso nos atemoriza y nos impide seguir caminando? Un proyecto nuevo nos debe costar sudor y lágrimas para saber apreciar su valor. Si un camino se nos cierra, debemos coger otro, pero siempre conociendo nuestra meta, seguir adelante aunque sea por caminos secundarios, por sendas inhóspitas.

Todo esto era para recomendaros para esta semana un libro, una película y un local, para mí pilares fundamentales de la cultura.

lunes, 23 de abril de 2007

Otra vuelta

Esta noche volví a girar mi reloj de arena. Ese reloj de arena eterno, invencible. Aunque lo ignores, aunque lo niegues, aunque le insultes... Él sigue su curso y te observa con una sonrisa y un guiño malicioso. Un reloj de arena con 365 granitos de arena que, en ocasiones, parecen rocas. Esta noche le he dado la vuelta nuevamente, y ya son 30. Algunos piensan que son muchos, otros se ríen de mí y me dicen: "Pues espérate...". Lo único que sé es que han sido 30 instantes, 30 parpadeos, 30 suspiros que se han escapado por debajo de la puerta. Pero, no os engañeis, no estoy triste. Simplemente, ocurre que 30 velas ya no caben en un pastel y debes comprar esos números de cera tan horteras y, a la vez, tan fáciles de apagar. "Así será más facil que se te cumpla el deseo cuando las soples", dirá alguno. Pero hay muchas más cosas que me hacen sonreír. Por ejemplo, hoy es Sant Jordi y Barcelona se vestirá de rosas y palabras en mi honor. Almenos eso es lo que yo pensaré cuando pasee por las Ramblas. Además, la gente me felicitará, me abrazará, me llamará... Wendy me besará.

30 instantes que se van con el viento, pero que dejan un poso no sé de qué, pero en definitiva un poso, y la compañía inalterable de Wendy, que me coge de la mano cada vez que le damos la vuelta al reloj de arena.

miércoles, 18 de abril de 2007

Ebiddor Forever!!!


Este fin de semana se realizó la segunda eliminatoria del concurso musical "Emergenza". Este concurso se hace simultáneamente en diferentes ciudades de Europa y es para grupos amateurs, básicamente de heavy metal. En cada ciudad se hacen diferentes eliminatorias. El ganador de todas ellas tendrá el privilegio de viajar a Alemania, donde se celebrará el Festival con los mejores grupos de Europa. He visto dos de las eliminatorias, en las que ha ganado el mismo grupo: Ebiddor. Es un grupo muy joven pero muy prometedor que hacen heavy industrial, estilo Rammstein. Os lo recomiendo a todos aquellos que os guste el Heavy Metal, por supuesto! Os pido perdón por la oscuridad en las fotografías, pero que sería un concierto heavy sin oscuridad?

Estaciones y olores

No sé qué le ocurre a Barcelona, pero cuando llega una estación, llega como un tren sin frenos. Durante la semana antes de Semana Santa, el invierno se aposentó en las calles y mostró todo su poder: Llovía, hacía frío... Después llegó la primavera , con sus aguas mil. Y esta semana ha estrenado el verano. Nada más abrir los ojos, uno comprueba que el verano ya ha llegado. El Sol irradia con alegría, las calles se iluminan y se ven con esa tonalidad propia del periodo estival, el aire huele diferente. El verano tiene un olor peculiar, diferente al resto de estaciones. Dicen que el olfato es el sentido que nos proporciona más información y que puede retener más recuerdos. Por eso, cuando olemos algo familiar, enseguida lo recordamos. A la vez, es el sentido que más rápidamente estamos perdiendo, en beneficio de la vista...

El verano ya ha llegado y con él, las camisetas de manga corta, las faldas, las tardes en las terrazas, la cerveza bien fresquita, los paseos por las Ramblas, las ganas de sonreir, los helados... Y la promesa de las vacaciones. Quizás a eso huele el verano: A libertad!

jueves, 12 de abril de 2007

Nostalgias

Wendy está durmiendo en el sofá y yo he aprovechado para leer los blogs de mis amigos. Mientras los leía se me han ocurrido varias cosas para escribir en mi blog. Pero en cuanto lo he abierto, estas ideas han volado. Aún así, quiero escribir un par de cosas...

El programa de Julia Otero "No em ratllis!" tenía hoy como invitado al cómico Pablo Motos. El programa iba sobre las nuevas tecnologías y los niños. Casi todos los críos tenían móvil o lo querían. En un momento del programa, un niño le ha preguntado a Pablo Motos cómo llamaba a sus padres cuando era pequeño si no tenía móvil. Él le ha respondido: "A gritos!"

Cuando he leído el blog de "La capsa mágica", he recordado a mi viejo ordenador que acabó, como el suyo, en un rincón de la calle a la espera de una furgoneta o del desguace. Es curioso. Podemos tirar un sofá, una silla, una mesa... y, hasta que apartamos la vista, lo vemos como nuestro sofá, nuestra silla, nuestra mesa... y esperamos que alguien le dé una nueva oportunidad, ya que aún no le ha llegado la hora, aún puede dar muchas satisfacciones a nuevos propietarios. Cuando nos deshacemos de un ordenador, nos deshacemos de nuestros recuerdos registrados en archivos, decimos adiós a muchas horas frente a la pantalla, pero en realidad sólo vemos un cadáver, como dice Stella. Un cuerpo metálico viejo, inservible, que ya no puede dar más de sí, cuyo corazón ya está sobrecargado y cuyas piernas pesan como cien años.

Y otra cosa, aún más metafísica: Leyendo el blog de "Paraguas en llamas", he recordado una frase de Geraldine Chaplin en una entrevista: "Siento nostalgia del futuro". Cuando pensé esta frase, me di cuenta que yo soy parecido, pero con matices. Yo soy nostálgico del futuro que posiblemente nunca llegará. Me encantaría pasear por la luna o por Marte, o ser el intérprete de los primeros extraterrestres que lleguen a la Tierra, o encontrar en una isla desierta una especie de dinosaurios que no se han extinguido... Lo peor es que me lo imagino, me imagino las entrevistas que me harían y las ingeniosas respuestas que yo daría, y como los niños le dirían a sus padres: "Yo quiero ser como él"... Entonces, abro los ojos y echo de menos cuando paseé por los cráteres lunares y cuando, en el siguiente viaje espacial, encontré en Marte una especie alienígena parecida a los dinosaurios y, sobre todo, cuando aprendí su idioma y les serví de intérprete cuando se vinieron conmigo a la Tierra.

martes, 10 de abril de 2007

La pela es la pela

Esta Semana Santa de vacaciones, penitencia, lluvias y películas repetidas la he pasado de turista en mi propia ciudad. Unos amigos vinieron y les hicimos un tour turístico por algunos de los lugares típicos y tópicos de Barcelona. Con estas visitas turísticas reconocí el tópico que dice que los catalanes sacamos el dinero de donde sea. Y no hablo tan sólo en el precio de las entradas, en la mayoría de los casos exagerada. Sino que, a veces, la imaginación y la oportunidad se desarrollan en Barcelona como en ningún otro sitio.

Por ejemplo, justo delante de la Sagrada Familia, hay una tienda oficial del Barça. Como dirían algunos: "Matamos dos pájaros de un tiro". Por supuesto, en la cola de entrada al templo de Gaudí, había muchas camisetas del club blaugrana recién estrenadas.

Otro ejemplo, en el claustro de la Catedral, en una esquina, hay el comercio "La librería de la Catedral". Es una librería especializada en literatura eclesiástica y cristiana. Pero en la puerta se colocan los típicos stands de postales y había otros cajones con "Typical Spanish Souvenirs". En el claustro había mucha, mucha gente, por lo que debimos salir enseguida. No me dio tiempo a descubrir si, en el claustro, también, se podía encontrar una tienda oficial del Barça.

Seliger

Lo prometido es deuda, así que os voy a comentar (en pocas palabras, porque hay que verla) la exposición de Mark Seliger. Quizás lo que me gustó más es descubrir qué piensan las personalidades fotografiadas. Seliger les dio libertad absoluta para posar como quisieran, y estos, con su pose, dieron pistas sobre sus pensamientos. Mick Jagger y Keith Richards posan con la camisa abierta y sonriendo con soberbia; Woody Allen se coloca en una esquina, serio, parece incómodo ante la cámara; todo lo contrario de Julia Roberts, que aparece sentada en el suelo, con el pelo despeinado, las piernas abiertas y mirando al objetivo desafiante. Mel Brooks se esconde de la cámara, pero sobresale su mirada intensa y un mechero que se coloca bajo la nariz a modo de bigote nazi (recordamos que es un cómico judío); y Heidi Klum, una de las modelos más cotizadas, aparece sentada de espaldas (por cierto, es muy antiestética su espalda, con las vértebras marcándose exageradamente). Os recomiendo fervientemente que vayais, a ver qué más descubrís!!

Por cierto, me equivoqué cuando dije que éste era Mark Seliger. Es una foto que le hizo Seliger al marido de la cantante Bjork, no recuerdo cómo se llama pero también es artista.

miércoles, 4 de abril de 2007

Curiosidades y casualidades

Hay días en que la vida te quiere dar sorpresas y lo hace, siempre, de la manera más insospechada.

Hace unas semanas leía en el Dominical de "El Periódico" un artículo sobre el último libro del fotógrafo Mark Seliger llamado "In My Stairwell". El libro es un recopilatorio de retratos que el artista hizo a personalidades de la cultura como la modelo Imán, el músico David Bowie o la actriz Susan Sarandon. En el artículo se incluían algunas de estas fotos. Me quede pasmado ante esos rostros en blanco y negro que parecían salirse del suplemento, como si quisieran explicarme alguno de sus secretos inconfesables. Se me quedaron grabados en la retina.

Curiosidades y casualidades de la vida, hoy me enviaron un mail de l'Independent de Gràcia, un semanario en el que colaboro. Me pedían un artículo sobre una exposición que se realiza en la Galería Hartmann de Gràcia, pero no especificaron qué obras se mostraban. Mi sorpresa ha sido mayúscula cuando he entrado en su página web y he encontrado un retrato de Mark Seliger. Las fotografías que tanto me gustaron se exponen por primera vez y en exclusiva en España en esta galería. Os recomiendo fervientemente que vayais. Yo voy mañana, así que ya os explicaré.

Pero las casualidades no acaban aquí. Buscando información sobre este fotógrafo, he acabado no sé cómo en una página web de profesionales de la fotografía. He clicado a un enlace que me ha hecho cierta gracia por su nombre: 08014 BCN. Y me he encontrado con el blog de un ex-compañero de trabajo y amigo que hacía meses que no veía.

Ante tantas casualidades y señales que me mandaba la vida, he decidido dejar mi investigación y bajar a comprar tabaco. He entrado en mi estanco habitual y una francesa alta, guapa y simpática me ha saludado. Mi autoestima ha roto el techo del estanco, pero antes de romper el techo del primer piso, me he fijado que llevaba propaganda de una marca de tabaco, y mi autoestima, con cara de pena, se ha despedido de mí, ha cogido el metro y se ha ido a comer unos churros en la plaza de Sants. La francesa alta, guapa, simpática y comisionista me ha explicado una promoción de Chesterfield, con la que podías ganar un viaje a Estados Unidos para recorrer la famosa Ruta 66. En aquel momento he caído en que, curiosamente, en el mismo dominical en el que aparecía Mark Seliger, también se podía encontrar un extenso reportaje sobre la Ruta 66. Se me ha iluminado la cara, las señales indican claramente que este premio me va a tocar. "¿Qué hay que hacer?""Solamente, comprar un paquete de Chesterfield".

Recuerdo haber fumado alguna vez Chester y que su sabor no me gustó, pero una señal es una señal, así que he salido del estanco con mi tabaco, con un paquete de Chester y con un boleto que saldrá a sorteo vete a saber cuándo y cuyos resultados..., vete a saber cómo me enteraré del resultado. Pero feliz, porque si la vida ha decidido darme sorpresas y me ha puesto delante señales para identificarlas, no seré yo quién las esquive. Aquí acaba, de momento, mi día de curiosidades y casualidades, así que voy a abrir el paquete de Chester y fumarme un cigarro a ver que tal... Ffffff... Bueno... Ffffffff... No está tan mal... Ffffff...

lunes, 2 de abril de 2007

Trabajo

El sábado fui a ver en el teatro Poliorama "El método Gronholm". La recomiendo a todo el mundo, es una obra genial, interpretada de forma magistral por Jordi Boixaderas, Lluís Soler, Jordi Díaz y Roser Batalla. El escenario es una sala de reuniones donde se encuentran cuatro candidatos a un puesto de trabajo. A partir de ahí, se desarrolla el método de selección, un método revolucionario y nada tradicional. La amargura del proceso de selección y la historia personal de cada personaje se mezclan con un guión brillante que combina el humor con la tragedia. Como me dijo una amiga: "Su situación es tan trágica que te hace reir". La verdad es que, al final de la obra, lloras de dolor y de tanto reir.

Cuando salimos del teatro, Wendy se giró y me dijo sonriente: "Hay que ver con el señor Gonzalo, eh?". El señor Gonzalo es el genérico que utilizo para todos los jefes de personal que me han entrevistado o que me han despedido en mi vida profesional.

El comentario de Wendy me recordó una entrevista a la que fuí recomendado. El puesto era de periodista en una revista juvenil. En un momento de la entrevista, el jefe de redacción me pregunto: "¿Qué tendencia política tienes?". Incrédulo, le miré a los ojos y le pregunté: "¿Es obligatorio contestar?". Siempre creí que lo importante de un periodista era ser lo más imparcial posible y que su tendencia política, como su voto electoral, es una información privada, personal e intransferible. El entrevistador le quitó importancia a la pregunta. Yo le contesté que era de izquierdas, él me dijo que la revista era de izquierdas, me dijo que en una semana me diría algo: Aún estoy esperando.

También me acordé de la entrevista que me permitió mi trabajo actual. Yo estaba en el paro y una mañana me llamó una amiga. Me explicó que su madre trabajaba en una ETT que estaba buscando a alguien para hacer de conserje. Una búsqueda sin éxito. No había ningún candidato, nadie quería este trabajo, a pesar de que las condiciones laborales no están nada mal. Llamé a la empresa y me personé a la entrevista. Todos los trabajadores de la ETT me saludaron con efusividad. Incluso me daban las gracias por haber aceptado el trabajo (?!¿¡). A pesar de que no había otros candidatos y que yo tenía una larga experiencia como conserje (y, además, venía enchufado), el gerente de la empresa quiso hacerme una entrevista. Entré en la sala, nos presentamos y en cierto punto de la charla me pidió que le diera razones por las que él me tenía que contratar a mí y no a otro. Estuve a un pelo de levantarme y decirle que si no quería mis servicios se buscara a otro, pero me contuve y le hable de mis excelencias como conserje. En cuanto salí, la sala de espera de la empresa continuaba desierta.

Lluvia

Este abril ha despertado con lágrimas en los ojos y un telo gris en la mente. La lluvia golpea el suelo con impaciencia, porque llevaba siglos sin visitarnos y quiere llegar cuanto antes. Yo observo la ciudad que se empapa desde la protección que da una ventana. Junto a mí, se encuentra Tara, uno de mis gatos, que mira al exterior con curiosidad. Se gira hacia mí, vuelve a mirar fuera, me vuelve a mirar y se aleja, se sienta delante del calefactor. El reloj de la sala, que aún señala una hora menos, sigue con su tic tac incansable. El tic tac no se escucha, la lluvia lo disimula. En la televisión aparecen imágenes típicas de semana santa, procesiones de creyentes bajo la lluvia. Me fijo en que muchos miran al suelo, pero muchos más miran al cielo. La lluvia continúa en el exterior y amenaza con quedarse en esta ciudad por Semana Santa. La lluvia no coge nunca vacaciones.

Mitología (II)

Por lo que se puede extraer en el otro Post, estoy inmerso en la mitología y la cultura griega. Siempre he sentido curiosidad por ella, pero últimamente se está volviendo en una obsesión. Hace un año, más o menos, sentí los primeros síntomas. En el concierto del BarnaSants del gran cantautor Javier Krahe, sonó "Como Ulises", en la que explica la "Odisea" de Homero, y "La Taberna de Platón", en la que recrea humorísticamente el mito de la Caverna del filósofo griego. A pesar de estas dos señales, no le di demasiada importancia. Pero en las últimas semanas, la cosa ha empeorado.

Hace una semana, el viernes, vi "Troya", y el domingo, en el concierto de despedida del gran cantautor Lluís Llach, sonó por supuestísimo "Viatge a Ítaca", basada en los versos del poeta griego Kavafis. Esta semana he releído este poema varias veces. También hace poco, acabé la novela "La Caverna" de José Saramago, que hace una gran analogía entre una situación actual con el mito griego. Y ayer, como colofón, vi "Jasón y los Argonautas". Después de visionarla, me metí en Internet, en el portal Wikipedia, y busqué y leí toda la información sobre Ulises, Aquiles, Teseo, Ariadna, Jasón, Los Titanes, los dioses Olímpicos, el minotauro, Apolo, Prometeo...

Ante esta obsesión, pasajera por supuesto, sólo encuentro una solución:

- Ahora mismo escucharé la canción de Joaquín Sabina "Una de romanos", veré seguidas "Espartaco", "La caída del Imperio Romano", "Gladiator" y "Ben-hur" y me leeré todos los cómics de Astérix. Que Zeus y Dionisio me protejan!!!

Fragmentos de "Ítaca" de Konstantinos Kavafis:

Si vas a emprender el viaje hacia Ítaca,
pide que tu camino sea largo,
rico en experiencias, en conocimiento.
[...]
Ten siempre a Ítaca en la memoria.
Llegar allí es tu meta.
Mas no apresures el viaje.
Mejor que se extienda largos años;
y en tu vejez arribes a la isla
con cuanto hayas ganado en el camino,
[...]
Ítaca te regaló un hermoso viaje.
Sin ella el camino no hubieras emprendido.
[...]

Mitología


Anoche, mientras Wendy estudiaba a las tantas de la noche, aproveché para ver una película que hacía años que quería ver: "Jasón y los Argonautas" del año 1963. Increíbles efectos especiales (teniendo en cuenta las técnicas del momento) e historia mística donde las haya. Curiosamente, hace una semana vi "Troya", con Brad Pitt y Sean Bean. Sería injusto compararlas, sobre todo en el plano técnico.

Lo que me divertió más es comprobar como han cambiado los cánones estéticos. En "Troya", Brad Pitt luce unos pectorales y bíceps impresionantes, fruto de horas de gimnasio y dosis de anabolizantes. Por otro lado, Todd Armstrong (Jasón) es un hombre fuerte, pero no es ni mucho menos musculoso. El personaje más cambiado, en este sentido, es Hércules. Lo interpreta Nigel Green, un hombre grande, con barba y una barriga tan voluminosa como los bíceps de Pitt (en la foto). Lo primero que pensé es como el jóven, musculoso y atractivo Hércules de Disney podía haber acabado con ese aspecto.

Mientras estaba viendo la película y pensaba en estas cosas, me acordé de Kirk Douglas rompiendo las dos columnas a las que estaba encadenado en "Espartaco" y recordé sus músculos y su barriga. A mi memoria vino también el barrigudo Bud Spencer y su enclenque compañero Terence Hill. Por supuesto, todos los malos preferían primero azotar a Hill, porque los brazos de Spencer eran temidos. Y hablando de malos, recordé también a Tiburón, el malo malísimo con dentadura de hierro de James Bond. Richard Kiel, el actor que lo personificaba, es un hombre altísimo, sin músculos aparentes, pero con una gran fuerza. Estoy seguro que en un ring, Brad Pitt (alias Aquiles) no duraría ni dos segundos frente al mastodóntico Tiburón (Alias Richard Kiel).

Quizás sea mi contexto, mi educación, mi niñez... Cuando veo en la pantalla a un malo que es delgado y tiene unos grandes biceps, me imagino al protagonista cogiendo un alfiler y pinchando los anabólicos músculos. Seguro que el malo saldría volando como un globo. Pero cuando veo a un malo alto y con una buena barriga, tiemblo sólo de pensar en los mamporrazos que propinarán sus robustos brazos.